LA CONFESIÓN DE LO REAL EN ESCRITO A CIEGAS DE MARTÍN ADÁN


La poesía de Martín Adán ha sido siempre una invitación a la relectura. Escritura críptica y, por ello, difícil de asir, la de Adán es testimonio de cómo los poetas hispanoamericanos asimilaron la vanguardia desde una óptica no epigonal sino creativa. En Adán (como en Carlos Germán Belli) se da una permanente confrontación entre vanguardia y tradición. Travesía de extramares evidencia cómo la experimentación lingüística (creación de neologismos, por ejemplo) posibilita la reformulación del soneto como forma acuñada en la tradición literaria y de la rosa como símbolo de lo absoluto.
Mi principal objetivo es realizar una primera aproximación a Escrito a ciegas sobre la base de una reflexión acerca de los interlocutores y del papel que cumple el lenguaje como organizador del discurso poético. Además, quisiera arriesgar algunas hipótesis acerca de la reflexión que hace el poeta acerca de la función del saber como articulador de la relación intersubjetiva.

A. ESCRITO A CIEGAS EN LA OBRA POÉTICA DE MARTÍN ADÁN


Escrito a ciegas significa el predominio del verso libre en la poesía de Martín Adán. Sin duda, ya el poeta lo había utilizado en "Poemas Underwood", texto inserto en La casa de cartón, y en otros poemas. Pero antes de Escrito a ciegas predomina el verso medido en la obra poética de Adán. Tenemos los sonetos de Travesía de extramares como ejemplos suficientemente ilustrativos del funcionamiento de una estructura tradicional en la escritura de Adán, aunque con un cariz que actualiza obvios ecos vanguardistas.
Después de Escrito a ciegas, Adán practicará el verso libre de manera asidua en La mano desasida, aun cuando después volverá a las formas regulares en Mi Darío. En consecuencia, podemos decir que se trata de una tendencia zigzagueante. Primero, preponderancia de las estructuras versales tradicionales, luego verso libre y, por último, retorno al verso medido.


B. HISTORIA DEL POEMA


Como informa Juan Mejía Baca, Celia Paschero, colaboradora de Jorge Luis Borges, escribió una carta al poeta donde le comunicaba lo siguiente:

"Martín Adán: ¿El motivo de esta carta? Además del simplemente afectuoso, que es el más importante, este otro: pedirle a usted datos sobre su propia vida, si es posible, contados con toda la sal que usted sabe poner en cuanto dice y escribe, porque he ofrecido un artículo sobre usted en La Nación... yo recién comienzo a publicar allí, y quiero escribir un artículo humano, en el que se sienta su sangre y su piel... Sé que todo ese asunto puede resultarle muy fastidioso. Pero en nombre de la simpatía que nos unió en cuanto nos conocimos, en nombre del cariño que yo le tengo, en nombre de mi profunda admiración por usted, por favor acceda a mis ruegos. Deje usted de lado toda su bohemia o vuélquela íntegra en lo que me escriba y... hábleme de usted. ¿Lo hará?"
[1]

Lo primero que cabe mencionar es el funcionamiento de una situación comunicativa: un locutor escribe a un alocutario para producir una acción-respuesta de este último. Se trata de una carta que constituye una provocación discursiva, un acicate que posibilite una respuesta. No obstante, es también un pedido, un ruego y, por lo tanto, está exenta de agresividad.
El locutor se presenta como una redactora de artículos para La Nación, como una investigadora de fuentes y, además, justifica la escritura de la carta sobre la base de la demanda de información. Quiere escribir "un artículo humano, en el que se sienta su sangre y su piel". En la relación que hace Paschero entre lo real y el lenguaje hay ciertamente una ingenuidad: el lenguaje del supuesto artículo periodístico puede, según Paschero, aprehender lo real y traducir la sangre y la piel del Martín Adán real.
Sin embargo, el locutor inmediatamente manifiesta un saber: "Sé que todo este asunto puede resultarle muy fastidioso". Este hecho evidencia que la tensión dialógica entre ambos interlocutores esconde complejas aristas. El locutor supone que el alocutario prefiere sumergirse en el silencio en lo que concierne a la transmisión de datos de su biografía. Por eso, le dice: "Deje de lado toda su bohemia". He ahí una orden o una sugerencia realizada en un lenguaje instrumental, transparente, diáfano. Paschero afirma: "hábleme de usted". Pero las preguntas son: ¿es posible hablar de uno mismo? ¿O estamos atrapados por las redes del lenguaje, que posibilitan únicamente dar nuestra imagen de la realidad porque sin lenguaje no hay realidad?

C. ACERCA DEL TÍTULO DEL POEMA


Escrito a ciegas es un título provocador. El autor textual (ente organizador de la estructura del poema) ha elegido un "poema epistolar". El subtítulo es muy claro: "(Carta a Celia Paschero)". Sin embargo, no ha optado por un texto en prosa sino por una forma poemática. Tal vez otra elección hubiera sido contestar con una carta en prosa la misiva escrita por Paschero o quizá no responderla jamás.
No obstante, el autor textual remarca que la poesía es el género por excelencia para responder a la cultura oficial (representada por Paschero), esa cultura oficial que condena la bohemia o que acepta a ésta sólo si es acicate para el acto de escribir.
En el título del poema aparecen dos isotopías centrales: la escritura y la ceguera. La primera hace referencia al lenguaje, a la grafía y su relación con lo real. La segunda pone de relieve que la ceguera permite un conocimiento más profundo de la interioridad que el ofrecido por la mera percepción del mundo externo. Si Paschero representa la no-ceguera, el locutor personaje (es decir, el yo poético) representa la sabia invidencia. En efecto, "la escritura a ciegas" se opone a la escritura periodística e instrumental de Paschero, quien desea escribir un artículo sobre Martín Adán para La Nación.
La expresión "a ciegas" es polisémica en español. En principio, tiene dos acepciones: "ciegamente" o "sin conocimiento, sin reflexión". Me parece que la última no precisa el sentido que prepondera en el texto, pues el poema de Adán se plantea como una reflexión acerca del hacer poético, como un arte poética. Nos queda el primer sentido. "Ciegamente" quiere decir "con ceguedad" (vale decir, con total privación de la vista o con alucinación que ofusca la razón) o "firmemente" (con pleno convencimiento"). Considero que la idea de una alucinación tampoco echa luces acerca de la semántica de Escrito a ciegas porque Adán medita con lucidez sobre el acto creador y, además, el tema central no es una alucinación. Podemos subrayar la pertinencia de dos sentidos para comprender el título del poema: "total privación de la vista" o "firmemente".
Pero, ¿qué significa "total privación de la vista"? Pienso que se trata de acceder a otro tipo de conocimiento acerca de la naturaleza de lo real, conocimiento totalmente opuesto al que se manifiesta en la misiva de Paschero. Si algo caracteriza a esta última es su falta de problematización acerca de las complejas relaciones entre el lenguaje y lo real. Paschero cree, ingenuamente, que puede representar fielmente, en su artículo periodístico, la sangre del Martín Adán real. Asimismo, la ceguera, según Adán, posibilita un conocimiento profundo de la propia subjetividad que no descarte el funcionamiento de una intersubjetividad.
Ahora veamos la segunda acepción. Escrito a ciegas significa "escrito firmemente", en otras palabras, escritura asociada con convicción o conciencia de causa. Podemos decir que Escrito a ciegas es testimonio de una característica medular de la poesía moderna: la conciencia crítica del escritor. Aquello que dice Friedrich acerca de Baudelaire se puede aplicar también a Martín Adán: "Un rasgo esencial de Baudelaire es su disciplina espiritual y la transparencia de su conciencia crítica"
[2]. Pero, ¿qué significa la escritura para Adán? Escribir significa para él trazar puentes entre el yo y el otro. Y también insertarse en la tradición de los poetas que reflexionan acerca del hacer poético a partir de la asimilación creativa del género epistolar (las cartas de Rimbaud a Izambard, por ejemplo), aunque es necesario poner de relieve que dicho género es reformulado creativamente en Escrito a ciegas.

D. LA IMPOSIBILIDAD DE HABLAR DE LA VIDA DESDE OTRO LUGAR QUE NO SEA EL DEL LENGUAJE


Una idea medular en el poema es que no se puede hablar de la vida sino es a partir de una reflexión acerca del lenguaje. Sólo reflexionando acerca de la naturaleza de éste podemos construir una imagen del mundo. Parece ser que las palabras delimitan nuestra forma de percibir el universo.
Veamos cuál es la concepción del lenguaje que se manifiesta en Escrito a ciegas. En primer lugar, la vida es simplemente una palabra más:

Cuando lo sepas todo...
Cuando sepas no preguntar...
Sino roerte la uña de mortal,
Entonces te diré mi vida,
Que no es más que una palabra más...


La vida es concebida como un signo que se articula a otro signo para formar la cadena lingüística. La dimensión sígnica de la vida presupone la naturaleza dialógica del poema dirigido a un lector figural (Celia Paschero). Esta concepción permite que fuera del lenguaje no hay conocimiento ni realidad alguna. El poeta parece estar hermosamente atrapado en las redes del lenguaje y desde ese lugar construye su discurso.
En segundo lugar, el lenguaje no puede aprehender la cosa real:

La cosa real, si la pretendes,
No es aprehenderla sino imaginarla.
Lo real no se le coge: se le sigue,
Y para eso son el sueño y la palabra.


En este caso, el lenguaje está íntimamente asociado a dos componentes: la imaginación y el sueño. La esfera lingüística sólo permite imaginar lo real, es decir, formular imágenes especulares acerca de lo real. La aprehensión es un hecho imposible, pues sólo es posible el acercamiento, la conjetura, la probabilidad. La certeza queda hecha trizas; sólo es posible una aproximación hipotética a lo real.
La palabra, asimismo, se vincula al sueño, es decir, al mundo de lo onírico. En ese sentido, Adán se vincula a Mallarmé, quien decía: "Nommer c'est supprimer les trois quarts de la jouissance du poème qui est faite du bonheur de deviner peu à peu; le sugérer, voilà le rêve"
[3]. Mallarmé y Adán consideran que el poeta debe sugerir y que la sugerencia se asocia al universo de los sueños. Ambos escritores piensan que el poema se hace con palabras y no con ideas. Por eso, el trabajo con el significante es medular en el ámbito de la literatura.
La idea de que el vocabulario organiza el mundo se revela en los siguientes versos de Escrito a ciegas:

¿Quién soy? Soy mi qué,
Inefable e innumerable
Figura y alma de la ira.


El qué cumple una función de sustantivo. La definición de la identidad se da sobre la base de la alteridad y ésta se materializa en el universo de lo simbólico (la esfera del lenguaje, según Jacques Lacan). El yo, como construcción imaginaria, se define a partir de un vocabulario que construye el mundo como si el yo fuera un texto donde flotan los significantes y forman una cadena significante.
Pero ahora cabe meditar acerca de la inefabilidad que nuevamente vincula a Martín Adán con Mallarmé. La inefabilidad evidencia que se problematiza en Escrito a ciegas la esfera del lenguaje sobre la base de una reflexión acerca del silencio, de los límites imprecisos del lenguaje. La poesía de Adán y la de Mallarmé se hallan al borde del silencio. Para Mallarmé, el poema perfecto sería la página en blanco. Por su parte, Adán escribió en La piedra absoluta (1966)

Poesía no dice nada:
Poesía se está callada,
Escuchando su propia voz.

Veamos otra definición en Escrito a ciegas:

No soy más que una palabra
Volada de la sien


El poeta se convierte en un racimo de vocablos. En otras palabras, no hace un texto sino que se convierte en un texto. En la expresión "Volada de la sien" se evidencia la apología del hacer poético como una tarea intelectual que compromete el intelecto y la racionalidad.
Pero la palabra es también sinónimo de grito inútil y, en ese sentido, puede implicar la afirmación de una subjetividad e individualidad en el mundo moderno: "¿Qué es la Palabra/ Sino Vario y vano grito".

E. EL PROBLEMA DEL OTRO

En el poema, el locutor dice buscar otro ser. El yo, en una primera instancia, anhela ser el otro. Y el otro tiene la posibilidad de salvarse. No obstante, en un segundo momento, el otro también se configura como un fantasma, como una construcción imaginaria: "El Otro, el Prójimo, es un fantasma". Fuera de las imágenes especulares, no se puede configurar la relación entre el yo y el otro. Sobre la base de una relación imaginaria se puede hablar de intersubjetividad. Adán no plantea una subjetividad pura, sino el funcionamiento de una intersubjetividad a partir de una cosmovisión que incorpore el papel que cumple la imaginación en lo que concierne al vínculo entre el yo y el otro.
Esta concepción es ciertamente compleja en Escrito a ciegas porque configura la oposición entre la similitud y la diferencia. Es decir, el triunfo de lo mismo, de la monotonía de la vida sobre la diferencia:

¡No, nada es sino la sorpresa
Eterna de tu mismo reencontrarte
Siempre tú los mismos entre los mismos muros
De las distancias y las calles!

F. EL PROBLEMA DEL SABER EN EL POEMA

En un poema no se transmiten sólo ideologías, sino también concepciones acerca del saber. La isotopía semántica del saber se sustenta en el poema en el empleo de palabras como "sé", "saber", "sepa" y "sabes". En la carta de Celia Paschero se evidencia que ésta se siente muy segura de su saber: "Sé que todo ese asunto puede resultarle muy fastidioso". En cambio, Escrito a ciegas manifiesta la configuración de un supuesto sujeto del saber. El locutor, en el poema, parece trazar límites a su saber:

¿Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato
.


Sin duda, el saber es algo oscilante como el movimiento de las olas: "Si quieres saber de mi vida,/ Vete a mirar al Mar". La mirada configura, en este caso, la posibilidad de compenetrarse con el mundo de la naturaleza y reflexionar acerca del origen y del discurrir del tiempo:

La toda tuya vida es como cada ola:
Saber matar,
Saber morir,
Y no saber retener su caudal,
Y no saber discurrir y volver a su principio,
Y no saber contenerse en su afán...


El mar es visto como una síntesis de opuestos. La ola es una síntesis del "saber matar" (el verdugo) y del "saber morir" (la víctima). Asimismo, manifiesta el fluir del tiempo vital y el retroceso hacia el origen, hecho que denota el funcionamiento de un tiempo circular en Escrito a ciegas.

G. CODA

Escrito a ciegas constituye, sin lugar a dudas, un hito en la producción poética de Adán porque revela que sólo podemos hablar de la realidad a partir del lenguaje y problematiza el saber en el ámbito de la lírica contemporánea. Además, significa un cambio de rumbo en la escritura de Adán al insertarse en una reflexión acerca del silencio, hecho que lo hermana con otro gran poeta de la modernidad: el simbolista Stéphane Mallarmé.



[1]En: Adán, Martín. Poemas escogidos. Lima, Mosca Azul Editores, 1983, p. 53.
[2]Friedrich, Hugo. La estructura de la lírica moderna. Barcelona, Seix Barral, 1974, p. 48.
[3]Mallarmé, Stéphane. Igitur. Divagations. Un coup de dés. Paris, Gallimard, 1976, p. 392.

(Foto del poeta Martín Adán)

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