Nicanor Parra, Premio Cervantes


El poeta chileno Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914) acaba de obtener, muy merecidamente por cierto, el Premio Cervantes. La propuesta de Parra se desarrolla en tres períodos. El primero es el de los inicios que se manifiesta en su primer libro: Cancionero sin nombre (1937), que obtuvo el Premio Municipal de Poesía, y en cuyos poemas se observa el influjo de Federico García Lorca. El segundo período significa el predominio de la estética del antipoema que abarca desde Poemas y antipoemas (1954) hasta Obra gruesa (1969) y Los profesores (1971), donde predomina un discurso desmitificador de las instituciones de la cultura oficial a través de un verso coloquial, directo y que rehúye el empleo de la metáfora simbolista. La tercera etapa es la de la madurez y va desde Artefactos (1972) hasta los últimos textos de Parra; en este caso, se busca un estilo epigramático poniendo de relieve, sobre todo en los ecopoemas, una crítica de cómo la racionalidad instrumental destruye la ecología del planeta. Leamos este "Autorretrato", uno de los grandes poemas de Parra:

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.

Y todo ¡para qué!

Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.

¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces

Veo formas extrañas en el aire,

Oigo carreras locas,

Risas, conversaciones criminales.

Observad estas manos

Y estas mejillas blancas de cadáver,

Estos escasos pelos que me quedan.

¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,

Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre

Y limando las caras del diamante:

Aquí me tienen hoy

Detrás de este mesón inconfortable

Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

De Poemas y antipoemas (1954)

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